Cicatrices
Recuerdos trágicos materializados por la fotografía:
imágenes de archivo y textos a través de la producción colaborativa.
Por una vez la fotografía me daba un sentimiento
tan seguro como el recuerdo (Barthes 2012: 112)
Una cicatriz es una marca indeleble en nuestro cuerpo. Es índice de una herida en la carne. La cicatriz es una huella que al contemplarla nos remite al suceso que la produjo. Con el tiempo, estas marcas cambian de aspecto y de forma. También cambia nuestro recuerdo sobre aquello vivido que la produjo. El recuerdo muta y lo resignificamos. Pero hay algo que no cambia: la relación indisoluble entre la marca en nuestro cuerpo y el evento que la provocó.
Los protagonistas del fotolibro Cicatrices son Federico y Damarka. Cada uno de ellos experimentó un evento trágico familiar que marcó sus vidas para siempre. Damarka fue víctima de abuso por parte de su abuelo y el padre de Federico decidió suicidarse cuando Federico cumplió veinte años. Me entero de sus historias a partir del vínculo de complicidad y amistad que mantenemos, y por la decisión por parte de cada uno de ellos de trabajar estos temas en su producción artística fotográfica. Ambas historias coinciden en que participa de forma protagónica un familiar muy cercano. Este familiar continúa siendo una presencia en la vida de cada uno de mis compañeros desde la ausencia. Son fantasmas del pasado que vuelven en los recuerdos y no dejan de modelar la construcción de sus identidades. Con la imagen fotográfica en el marco del fotolibro quiero generar un espacio artístico propicio para dar cuenta de estos procesos, a partir de la capacidad de la fotografía de entablar una relación entre el pasado y el presente, entendiendo a la fotografía como «una pseudopresencia y un signo de ausencia» (Sontag, 1973: 12) simultáneamente. En el caso de la historia de abuso por parte del abuelo a Damarka, la ausencia física es un alivio. En el caso de la historia del suicidio del padre de Federico, la ausencia física es un vacío. La representación de estas ausencias en mi trabajo son las que dan sentido a las imágenes y al fotolibro.
Me propongo realizar una producción a partir de la interacción de distintos materiales de representación: retratos, imágenes de objetos, la intervención de imágenes de archivo y la elaboración de textos. Todos estos elementos reconstruyen el contexto y arman el relato conmemorando los hechos, reviviendo lo perenne del recuerdo y remitiendo desde los materiales la inmortalización de lo impalpable (Bourriaud, 2008: 66). Cada elemento se presenta como un retazo o fragmento narrativo. Como piezas de un rompecabezas que no encajan de forma lineal, pero que en su conjunto dan sentido al relato.
Tomo las historias de Federico y Damarka para armar mi propuesta. Estas historias no me pertenecen, pero me las apropio para poder explorar y problematizar, desde la fotografía, sobre el rol del autor, la producción colaborativa y la importancia de abordar problemáticas sociales. El material que compone el corpus del fotolibro surge de encuentros, charlas y elaboración mutua. Las imágenes de archivo son el eje para la elaboración del trabajo. Convocan al recuerdo, a la memoria y traen a ese familiar desde la ausencia, como referentes momificados. En el contexto de las historias, estas imágenes fotográficas de archivo hieren y punzan. Contemplarlas es contemplar la muerte (Barthes, 2012) y someterse al retorno del pasado, que duele y que intenta sanar.
Al igual que los recuerdos, y al igual que las cicatrices, las imágenes fotográficas son una marca del pasado que se resignifica, cambia y muta, construyendo nuestra identidad.
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